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"Yahveh endureció el corazón de Faraón" (Exodo 9,12).
Éxodo, la liberación de Egipto
Asume un nuevo rey en Egipto que nada sabía de José y al comprobar que los 
israelitas eran más numerosos y fuertes que ellos les advirtió a los egipcios 
que debían tener cuidado con ellos para que no siguieran multiplicándose, no 
fuese a ocurrir que de entrar en una guerra se pusieran del lado de sus 
enemigos.
Entonces, les impusieron trabajos más pesados y los usaron para erigir ciudades 
de depósito como Pitom y Ramsés, pero cuanto más los oprimían más se 
multiplicaban lo que les daba a los egipcios cada vez más temor. Esto los llevó 
a darles los peores trabajos, los más serviles, los más crueles.
El rey ordenó a las parteras que si el recién nacido, de los hebreos, era varón 
lo mataran en el momento. Pero las parteras tenían miedo de Dios y no le 
hicieron caso. "Respondieron las parteras a Faraón: "Es que las hebreas no son 
como las egipcias. Son más robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado 
a luz". Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy 
poderoso. Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole. 
Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: "Todo niño que nazca lo 
echaréis al Río; pero a las niñas las dejaréis con vida"." (Éxodo 1:19-22)...
 

 
Y viene la primera plaga de Egipto.
Dios envía a Moisés para que salga al encuentro del faraón cuando éste va al río 
a la mañana y le diga que, debido a que no los deja salir de Egipto, él, Moisés, 
va a transformar el agua del río en sangre por obra de su dios Yahveh.
Lo dijo y lo hizo. Aarón extendió sus manos y su cayado sobre todas las aguas de 
Egipto, sobre el río, sobre las lagunas, y sobre todos sus depósitos de agua, y 
ésta se convirtió en sangre, los peces murieron y el río apestó. Pero los sabios 
de Egipto hicieron lo mismo, con lo cual el efecto no fue tan grande.
Otra vez los sabios de Egipto son capaces de emular la acción de Dios.
Obviamente Yahveh sabe que los sabios son capaces de realizar estas proezas y 
eso hace que se confíen y hablen. Y que el pueblo egipcio hable, y que los 
pueblos de alrededor hablen.
Esto se había convertido en una lucha de resistencia entre israelitas y 
egipcios.
Me imagino que todos observarían estos acontecimientos, esperando ver en qué 
momento los egipcios arrasarían a los israelitas. Y, por otra parte, seguramente 
dirían entre ellos: "esta gente está loca, ¿cómo se van a enfrentar con los 
egipcios?, es un suicidio".
Pero no, no estaban locos, ni era un suicidio.
 

 
 
 
Y vino la segunda plaga de Egipto.
"Pasaron siete días desde que Yahveh hirió el Río. Y dijo Yahveh a Moisés: 
"Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh: "Deja salir a mi pueblo para que 
me dé culto". Si te niegas a dejarle partir infestaré de ranas todo tu país. El 
Río bullirá de ranas, que subirán y entrarán en tu casa, en tu dormitorio y en 
tu lecho, en las casas de tus servidores y en tu pueblo, en tus hornos y en tus 
artesas. Subirán la ranas sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre tus siervos"." 
(Éxodo 8:1-10).
Analicemos esto, al parecer los sabios egipcios vuelven a ser capaces de emular 
el milagro, pero ya no pueden deshacerse de las ranas, aquí empieza a marcarse 
la diferencia entre lo que hace Dios y lo que hacen los egipcios. Porque Moisés 
pudo hacer que Dios eliminara las ranas de Egipto, pero no los sabios, quienes 
sí habían podido traerlas, pero no pudieron matarlas.
 

 
Y llegó la tercera plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés: "Di a Aarón: extiende tu cayado y golpea el polvo de la 
tierra que se convertirá en mosquitos sobre todo el país de Egipto". Así lo 
hicieron: Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y 
hubo mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra 
se convirtió en mosquitos sobre todo el país de Egipto. Los magos intentaron con 
sus encantamientos hacer salir mosquitos, pero no pudieron. Hubo, pues, 
mosquitos sobre hombres y ganados. Dijeron los magos a Faraón: "¡es el dedo de 
Dios!" Pero el corazón de Faraón se endureció, y no les escuchó, como había 
dicho Yahveh." (Éxodo 8:12-16).
Ahora los sabios ya ni siquiera pueden hacer lo mismo que Dios. Esto ya los pone 
en estado de atención y dicen es el "dedo de Dios".
Por supuesto que el faraón no desiste, ya había dicho Dios que Él mismo iba a 
hacer que el faraón no los dejara salir. Esto es simplemente un proceso 
necesario, un ir y venir, y crear expectativa. Si con la primera plaga la gente 
se preguntaba qué está pasando en Egipto, con la tercera ya estaban todos 
atentos, y se preguntarían: ¿en qué va a terminar esto?
 

 
Y vino la cuarta.
"Yahveh dijo a Moisés: "Levántate muy de mañana, preséntate a Faraón cuando vaya 
a la ribera, y dile: Así dice Yahveh: "Deja salir a mi pueblo, para que me dé 
culto". Si no dejas salir a mi pueblo, mira que voy a enviar tábanos contra ti, 
contra tus siervos, tu pueblo y tus casas, de manera que las casas de los 
egipcios y hasta el suelo sobre el cual están se llenarán de tábanos. Pero 
exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está mi pueblo, para que no haya 
allí tábanos, a fin de que sepas que yo soy Yahveh en medio de la tierra; haré 
distinción entre mi pueblo y el tuyo. Este prodigio sucederá mañana". Así lo 
hizo Yahveh, y un enorme enjambre de tábanos, vino sobre la casa de Faraón y las 
casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por 
los tábanos. Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo:...
 

 
Vino la quinta plaga en Egipto.
Moisés de nuevo fue a ver al faraón, y le pidió que los dejara salir, y el 
faraón se negó, y Dios envió la plaga.
Esto empieza a parecerse a un trámite. Pero, bueno, era necesario.
En esta oportunidad, todo el ganado de los egipcios murió, pero no el de los 
israelitas: otra vez la plaga distingue lo que es de los egipcios de los que es 
de los israelitas.
"Yahveh dijo a Moisés: "Preséntate a Faraón y dile: Así dice Yahveh, el Dios de 
los hebreos: "Deja salir a mi pueblo para que me den culto". Si te niegas a 
dejarles salir y los sigues reteniendo, mira que la mano de Yahveh caerá sobre 
tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, 
sobre la vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste. Pero Yahveh 
hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo 
que nada perecerá de lo perteneciente a Israel". Y Yahveh fijó el plazo, 
diciendo: "Mañana hará esto Yahveh en el país". Al día siguiente cumplió Yahveh 
su palabra y murió todo el ganado de los egipcios; mas del ganado de los 
israelitas no murió ni una sola cabeza. Faraón mandó hacer averiguaciones, y se 
vio que del ganado de Israel no había muerto ni un solo animal. Sin embargo, se 
endureció el corazón de Faraón y no dejó salir al pueblo." (Éxodo 9:1-7)
¿Se imaginan el daño que esto les causó a los egipcios? ¡Todo el ganado había 
muerto!, eso debió ser un tremendo retroceso para ellos, una pérdida económica 
muy importante para su país.
 

 
Y la sexta plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: "Tomad dos grandes puñados de hollín de horno, 
y que Moisés lo lance hacia el cielo, en presencia de Faraón; se convertirá en 
polvo fino sobre todo el territorio de Egipto, y formará erupciones pustulosas, 
en hombres y ganados, por toda la tierra de Egipto". Tomaron, pues, hollín de 
horno y presentándose ante Faraón, lo lanzó Moisés hacia el cielo, y hubo 
erupciones pustulosas en hombres y ganados. Ni los magos pudieron permanecer 
delante de Moisés a causa de las erupciones; pues los magos tenían las mismas 
erupciones que todos los egipcios. Pero Yahveh endureció el corazón de Faraón, 
que nos les escuchó, según Yahveh había dicho a Moisés." (Éxodo 9:8-12).
Se dan cuenta de que, mientras las plagas asolaban la región - porque realmente 
la devastaban -, los egipcios no podían trabajar ni hacer sus vidas normalmente, 
por lo que es claro que el país tiene que haberse deteriorado mucho, las 
pérdidas deben haber sido incontables. Para Egipto nada fue como antes luego de 
la salida de los israelitas .
 

 
Séptima plaga.
Moisés se presenta de nuevo ante el faraón, para pedirle que los dejara salir, 
éste se niega y Dios envió otra plaga.
"Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y 
sobre tu pueblo para que sepas que no hay como yo en toda la tierra. Si yo 
hubiera extendido mi mano y te hubiera herido a ti y a tu pueblo con peste, ya 
habrías desaparecido de la tierra; pero te he dejado con vida, para hacerte ver 
mi poder, y para que sea celebrado mi nombre sobre toda la tierra. te opones 
todavía a mi pueblo, para no dejarle salir. Pues mira que mañana, a esta hora, 
haré llover una granizada tan fuerte, como no hubo otra en Egipto desde el día 
en que fue fundado hasta el presente. Ahora, pues, manda poner a salvo tu ganado 
y cuanto tienes en del campo; porque el granizo descargará sobre todos los 
hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan recogido 
bajo techumbre perecerán". Aquéllos de los siervos de Faraón que temieron la 
palabra de Yahveh pusieron al abrigo a sus siervos y su ganado; mas los que no 
hicieron caso de la palabra de Yahveh, dejaron en el campo a sus siervos y su 
ganado..
 

 
Y viene la octava plaga de Egipto.
"Dijo Yahveh a Moisés: "Ve a Faraón, porque he endurecido su corazón y el 
corazón de sus siervos, para obrar estas señales mías en medio de ellos; y para 
que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo, cómo me divertí con Egipto y 
las señales que realicé entre ellos, y sepáis que yo soy Yahveh." (Éxodo 
10:1-2).
Es interesante lo de: "para que puedas contar a tu hijo, y al hijo de tu hijo". 
¿no?, obviamente todo el acto era para que los que veían, los que presenciaban 
estos hechos, los contaran. Los otros pueblos, los que no eran hebreos ni 
egipcios debía ver lo que ocurría y contarlo, narrarlo. a todo el que quisiera 
escuchar, debía quedar para la posteridad.
Sigue.
"Fueron, pues, Moisés y Aarón donde Faraón y le dijeron: "Así dice Yahveh, el 
Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te resistirás a humillarte ante mí? Deja 
salir a mi pueblo para que me dé culto. Si te niegas a dejar salir a mi pueblo, 
mira que mañana traeré langostas sobre tu territorio; y cubrirán la superficie 
del país, de suerte que ni podrá verse el suelo. Devorarán lo que os quedó de la 
granizada, y comerán todos los árboles que os crecen en el campo. Llenarán tus 
casas, las casas de todos los egipcios, como nunca vieron tus padres, ni los 
padres de tus padres, desde el día en que existieron sobre la tierra hasta el 
día de hoy"...
 

 
 
 
Novena plaga.
"Yahveh dijo a Moisés: "Extiende tu mano hacia el cielo, y haya sobre la tierra 
de Egipto tinieblas que puedan palparse". Extendió, pues, Moisés su mano hacia 
el cielo, y hubo por tres días densas tinieblas en todo el país de Egipto. No se 
veían unos a otros, y nadie se levantó de su sitio por espacio de tres días, 
mientras que todos los israelitas tenían luz en sus moradas. Llamó Faraón a 
Moisés y dijo: "Id y dad culto a Yahveh; que se queden solamente vuestras ovejas 
y vuestras vacadas. También vuestros pequeños podrán ir con vosotros". Respondió 
Moisés: "Nos tienes que conceder también sacrificios y holocaustos, para que los 
ofrendemos a Yahveh, nuestro Dios. También nuestro ganado ha de venir con 
nosotros. No quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para dar 
culto a Yahveh, nuestro Dios. Y no sabemos todavía qué hemos de ofrecer a Yahveh 
hasta que lleguemos allá". Yahveh endureció el corazón de Faraón, que no quiso 
dejarles salir. Y dijo Faraón a Moisés: "¡Retírate de mi presencia! ¡Guárdate de 
volver a ver mi rostro, pues el día en que veas mi rostro, morirás!" Respondió 
Moisés: "Tú lo has dicho: no volveré a ver tu rostro." (Éxodo 10:21-29).
"Yahveh endureció el corazón de Faraón, que no quiso dejarles salir".
Así es.
 

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